¡Cómo pasa el tiempo! Un año ya sin poner entradas. Y es que cada vez me cuesta más encontrar alicientes en esto del ciclismo de montaña. Aunque cuando tienes esa rara ocasión de disfrutar de una jornada épica, no puedo por menos que dejar constancia aquí.
Las nueve de un lluvioso día de abril, Córdoba la califal, todo apunta que hoy será una jornada difícil de olvidar. Tomamos la salida a ritmo de banda militar más de dos mil ciclistas, por las calles de la ciudad nueva. Lo fácil termina pronto y los caminos embarrados nos esperan, grandes charcos y un fino barro que deja rodar, junto al canal de riego del Guadalmellato. La cosa no parece pintar mal pese a la lluvia fina y las condiciones del terreno, se rueda deprisa.
Pero lo bueno, o regular en este caso, termina pronto. Entramos en un majestuoso bosque junto al Santuario de Nuestra Señora de Linares, ascendemos sin prisa pero sin pausa. Una zona de increíble belleza junto a Cerro Muriano, que te reconcilia con este deporte y da sentido a esta afición desmedida por el sufrimiento.
La lluvia solo dejó de caer un breve ins
tante en que incluso parecía que salía el sol; un espejismo. A lo lejos se oían truenos que no presagiaban nada bueno. Después de ochenta kilómetros bajo la lluvia las fuerzas están muy al límite, pero lo peor está por llegar. Un tramo final por senderos boscosos que obligan a ir en fila de a uno. Recorrido ciclable solo por artistas del MTB, rompepiernas y con continuos repechos liman totalmente las pocas fuerzas que me quedaban. Y la traca final, un descenso por un camino pedregoso bajo un chaparrón de los que hacen época por estos lares. Todo muy divertido.
La impecable organización militar, con un despliegue de medios logísticos solo al alcance de una brigada, mitiga y hace soportable esta dura marcha. Avituallamientos perfectos, ducha caliente y comida final que te reconcilia otra vez con la vida. Toda una experiencia que recomiendo a todos los amantes del MTB.
Villaviciosa BTT 