Lagunas de Ruidera, La Mancha húmeda de 2010.

marzo 14, 2010

Encantado por el paisaje, como si el mismo mago Merlín fuese pedaleando a nuestro lado y embrujándonos a la vez, así descubrí las Lagunas de Ruidera de manos del amigo Fran, nuestro mago particular. Fran describe magistralmente la ruta que hoy seguiremos en su blog de Rutas por Alcazar, referente para todos los bikers. Yo me limitaré a transmitir lo mejor que pueda las intensas sensaciones vividas .

Los compañeros ciclistas reunidos en esta ocasión ,Anuska, Marcus,  Dalopo, JFdelafuente, Ruteriño, Dabike, Paco, Victor, Alfonso, nuestro guía Fran y un servidor; partimos en grupo de una posada junto al casco urbano de Ruidera. Comienza la diversión, la laguna se comió los caminos,  pasamos por ellos pedaleando en el agua, la ruedas salpican al pasar mientras seguimos dando pedales en el vacío, sin ver por donde pisamos. La rica tierra manchega,  roja y recia, es un firme estupendo para rodar pues no se pega a las ruedas. Subimos entre enebros y encinas, nos asaltan olores a humedal, tomillo y romero, respirar es un placer; mis compañeros suben en animada charla mientras yo aguanto como puedo para mantener  el resuello, un repecho fuerte y nos encaramamos a una cima entre dos lagunas desde donde  las vistas nos obligan a una para fotográfica de las muchas que haremos hoy.

Fran nos ilustra de los detalles del camino y la comarca, de los usos y costumbres de sus primeros pobladores allá por el 1600 a.c. en lo que se conoce como la Cultura del Bronce de la Mancha. Restos de cerámica, molinos de mano, en lo que fuera un asentamiento en altura, dominando la zona. Todo acompaña, el sol tímido aparece y desaparece mientras continuamos la marcha, bajando por divertidos senderos trialeros que ponen la guinda después de un ascenso y parada fotográfica.

El agua nos sorprende y acompaña en cualquier momento, cuando no es una cascada descontrolada es un conjunto de lagunas, o una sima fruto de la erosión como la “Cueva de Montesinos” donde sufriera encantamiento el hidalgo más famoso de la Mancha… o todo a la vez. dando su impronta a la ruta.

No quiero pasar por alto un tema, manido y utilizado por los pseudo políticos actuales. Para proteger y preservar  la naturaleza hay que conocerla, cuando la conoces aprendes a quererla  y respetarla.  Como bien dice el eslogan de «Rutas por Alcazar : No se puede amar lo que no se conoce, no se puede defender lo que no se ama.». Hoy se hace más patente que nunca esta frase, da coraje contemplar como las construcciones y carreteras se meten muy dentro del parque natural, como se le ponen límites antinaturales que la misma naturaleza se encarga de reclamar. Espero que esta ingente cantidad de agua se transforme en vida, quizá es lo único que eché en falta, pues solo unas pocas aves y algún conejo despistado nos salió al paso.

 

Al final de la tarde, ya cansados por el esfuerzo físico, por la dureza de los distintos tipos de terreno que hemos tenido que sortear, por  la apabullante naturaleza, nos sentamos relajados y tranquilos frente a unas jarras de cerveza y unos platos de ricas viandas mientras comentamos las incidencias de la jornada. No hay manera mejor de terminar una jornada de ciclismo y montaña, ¿o quizás sí?:

“…y con Guadiana vuestro escudero, y con la dueña Ruidera, y sus siete  hijas y dos sobrinas y con muchos de vuestros conocidos y amigos nos  tiene aquí encantados el sabio Merlín a muchos años; y aunque pasan de  quinientos no se ha muerto ninguno de nosotros, solamente falta Ruidera  y sus hijas, y sobrinas, las cuales lloran, por compasión que debió  tener Merlin de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora  en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llaman Las  lagunas de Ruidera. Las siete son de los Reyes de España, y las dos  sobrinas de la orden de los caballeros &. Guadina vuestro escudero,  plañendo asimismo sus desgracias, fue convertido en un río. Llamado del  mismo nombre, él cual cuando llego a la superficie de la tierra y vio  el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que os  dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero como no es  posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando  sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean: vanle  administrando de agua las referidas lagunas…»  Quijote  de Cervantes, Capítulo XXIII, parte II


El Pardo, y algo más.

marzo 7, 2010

Dudas hasta el último minuto, el invierno en Madrid no quiere dejarnos tregua. De los más de cien bikers apuntados, nos congregamos en el lugar de la cita junto al lago de la Casa de Campo unos 23.

Con algo de retraso, comenzamos a rodar, despacio, calentando los músculos. Conozco a algunos de mis compañeros de otras citas a través de “foromtb”, del Club Moonbiker Villaviciosa vamos cuatro, se que ruedan bien, solo tengo dudas de uno, que soy yo, y de mis propias fuerzas para terminar esta jornada.

Abandonamos el carril bici, y nos adentramos en los Montes des Pardo, las primeras rampas duras de la jornada. Pasamos la tapia y encontramos el Camino del Monte Carmelo por el que discurriremos pegados a la tapia del Pardo. El camino pica ligeramente hacia arriba, la mayor dificultad es el barro, esquivar los charcos para no acabar empapado antes de tiempo; comienzan las averías, una rotura de cadena, al rato una tija de carbono que se quiebra, otra cadena que dice basta poco después…

El poco tiempo que tardamos en reparar lo recuperamos con creces cuando variamos la ruta, y para evitar atravesar el Arroyo de Tejada, muy crecido, aceleramos por el carril bici que nos llevará hasta Colmenar Viejo. Salvamos el arroyo por el Puente Medieval ,  por el camino que lleva a Santiago de Compostela a los peregrinos madrileños  entramos en la cuenca alta del Manzanares. Comienza la diversión;  compartimos los pedregosos caminos con los arroyos. Fuertes pendientes que gestionamos a toda velocidad sobre nuestras monturas en medio del paisaje serrano, en fin, todo lo que da emoción al ciclismo de montaña.

Cruzamos esta tierra de nadie que separa Colmenar Viejo y Hoyo de Manzanares,  y continua la diversión bajando raudos por los blandos caminos, esquivando las piedras y quebradas que el agua dejó,  con serenidad y sin preocuparnos por los controles de alcoholemia.

Al llegar a la urbanización Los Peñascales comienza otra odisea, la de entrar en Madrid por caminos de tierra, pisando lo menos posible el asfalto. Misión imposible que nos lleva a dar un amplio rodeo y cruzar por el casco extraurbano de Las Rozas, Majadahonda,  Pozuelo, y casi llegando a la Venta la Rubio encarar la entrada a la Casa de Campo por asfalto.  Para finalizar, como de costumbre, un rato de charla con los compañeros de ruta frente a unas tapas y unas cañas que revitalizan cuerpo y alma.

 Pd.: Muy agradecido a Jos@ por organizar esta ruta, al fenomenal trajo fotográfico – tiene su mérito sacar fotos y pedalear al mismo tiempo- de jromero248 y el amigo Markievic, y a todos los participantes por el compañerismo y camaradería que trasmiten.